martes, 31 de marzo de 2009

Intuición


Y uno intuye que debe cerrar todos los archivos, cerrar el programa y apagar la PC cuando al buscar qué diablos es un carat se queda contemplando el brillo de las piedras; y lee sobre el color incoloro que suele ir al amarillo; y ríe ante los verdes, los rosas y los azules a los que llaman fancy diamonds. Y aún más: se pierde en el número ocho, en las ocho flechas y los ocho corazones que los talladores han aplicado para sacar al demonio que vive en estas piedritas. Y uno intuye que algo no está bien si siempre ha odiado el cliché de los diamantes; aunque descubre que el corte Princesa es el más bonito.


Y uno intuye que debe cerrar todos los archivos, cerrar el programa y apagar la PC cuando al buscar qué diablos es un carat ha llegado hasta la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Y contempla la imagen con una casi alegría mística, aunque uno es impío y anticlerical. Y recuerda las imágenes de corazones sangrantes que la acompañan y guardan desde la infancia, sólo para desear volver a la sombra de una higuera extinta y jugar a que nadie a muerto. Y la palabra carat ya no tiene sentido ni el texto que requería esa información, porque a uno le gusta el corte Princesa y hasta podría elevar loas a la imagen del corazón.

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