jueves, 24 de junio de 2010

Palomitas de San Juan

Hace muchos años, por estas fechas, las vi por primera vez. Eso creo, la infancia no posee los mismos puntos de referencia en lo que a tiempo se refiere. Pero su nombre y el origen del mismo me permiten la afirmación.
Ahí estaban aquellos insectos alados, semejantes a astillas de vidrio verdiazul. Parecían los arcángeles que han de revolotear en el cielo de las hormigas. Mi abuela me dijo que eran palomitas de San Juan, que sólo aparecían cuando se celebraba al santo; y luego desaparecían, dejando como única prueba de su paso un reguero de alas quebradizas.

En el transcurso de los años he visto palomitas, pero nunca en enjambres como ocurría en casa de mi abuela. En ocasiones han entrado a mi estudio, tal vez porque la ventana está abierta y en dirección a un árbol. O tal vez porque las envía mi abuela desde el más allá.

Odio a los insectos. Los aniquilo. Pero los que son guardianes de mis recuerdos de infancia entran y salen, inmaculados, en esta casa. Ahora, la transparencia de las palomitas de San Juan semeja más a los fantasmas de todos los que se han ido. Los seres piadosos, mágicos, se fueron con la infancia.

Tras varias semanas de malestar, análisis, dudas y tratamientos, hoy es el primer día que siento que mi alma regresó a mi cuerpo (o bien mi cuerpo se aferró a mi alma). La enfermedad es la madre de todos los ocios y de todos los infiernos. Hace unos días recordé a las palomitas, a mi abuela y a la casa de la higuera. Recordé todo aquello que dejó de existir, como si abrazara lo inevitable. Entonces busqué respuestas y no sólo cuentos. El miedo urge a la "realidad".

Las palomitas de San Juan son termitas reproductoras que, en tiempo de lluvias, salen y vuelan en busca de nuevos territorios para inicar un nuevo nido. Con la información anterior, presentí que aquellos enjambres de la infancia provenían de los pisos de duela de la casa y de los muebles labrados que ahí meditaban. Y aun del interior de la higuera que no palpitaba frutos dulces sino infestación.

Miré mi presente. Temí por mis muebles y por mi piso de madera, temí por mis libreros y la celulosa que guarda tantas letras.

Las lluvias han regresado y San Juan observa. El misterio de la materia se esconde en las alas de las termitas. Como uno, como todos y como todo, vuelan sólo un momento. La fragilidad de las historias es verdiazul en la temporada de lluvias.


(nota: la ilustración es un cuadro de Craig LaRotonda, pintor sublime, he aquí su sitio)

miércoles, 23 de junio de 2010

De letras escarlatas


Así ocurre en las diversas redes sociales, hay temas que están "in": La muerte de tal o cual, el partido del Mundial, el derrame de petróleo, la frase estúpida de una celebridad y lo que ocurra en las próximas horas. Imagino las redes sociales como casas de bolsa donde los corredores se amontonan y con gran griterío inician la compra y venta de "quiero atención por un día".

Durante la jornada uno lee de todo. Existen opiniones encontradas, enlaces, complicidades y uno que otro insulto. No puedo estar de acuerdo en todo, tampoco me interesan todos los temas. Pero disfruto la variedad, ese recordatorio de que mi universo personal sólo es uno entre muchos.

Sin embargo, en esta lluvia de caracteres se filtran pequeñas letras rojas. Los dejos de intolerencia se transforman en verdaderos muros de pixeles. Quiero creer que esto es el resultado del camino fácil y no de las convicciones.

Porque sí, es más fácil conseguir seguidores por decir estupideces y por escupir provocaciones. Es más fácil cautivar lectores con gritos racistas, con palabras como verga y ano y puto.

Todos los usuarios, en mayor o menor grado, son comunicadores. No apruebo la censura, pero me parece urgente un llamado a la responsabilidad. Como ser reactivo, entiendo los exabruptos. Pero me horroriza el que algunos crucen la delgada línea de la sensatez.

Ayer, en algún lugar de la red, alguien azuzaba a los chilangos a agredir a los argentinos residentes de la Ciudad de México. La razón: un partido de fútbol que no se ha llevado a cabo. Como era de esperarse, el comentario causó gran revuelo. Si lo que dijo fue un exabrupto, jamás se retractó. Por el contrario, se aplicó en el insulto barato. Tal vez la situación sólo fue una válvula de escape para las frustaciones y complejos de este hombre pequeño. O tal vez la situación fue su oportunidad de disfrutar de cinco minutos de fama.

Me desconcierta el ego retorcido del protagonista, pero más me ocupa el número de seguidores que apoyaron su postura. Me pregunto si los actores de esta obra tenían consciencia de la puerta que sus palabras podrían abrir. La misma puerta que la historia ha abierto y cerrado una y otra vez, esa, la del horror mismo.

No puedo detener la lluvia de letras escarlatas. Pero como ocurre en la novela de Hawthorne, las letras escarlatas nos señalan no el escarnio sino lo que ha de ser defendido.

viernes, 18 de junio de 2010

Los sueños del lirón

En el principio todos fuímos Alicia. Dedicamos parte de nuestra travesía a exhibir nuestro asombro, aprehender los cánones y reconocer el grupo al que pertenecemos. Entonces abrimos los ojos y abandonamos el País de las Maravillas para realizar distintas labores y cumplir destinos.

Algunos decidimos quedarnos en los subterráneos. No por privilegio o por iniciación. No hay ningún tipo de superioridad en esto. Simplemente decidimos, como se decide si se quiere un helado de vainilla o una nieve de limón.

Y aquí estamos, en espera del siguiente guión. Los más eligen un papel determinado. Los menos tratan de probar todos. Aunque lo último no es cosa fácil, pero sí la prueba de nuestra indecisión.

Jamás he sido el conejo blanco, me falta don de mando. Y mi dispersión y apatía natural me impedirían correr de un lado a otro con el reloj. He sido la oruga pero jamás llego a la transformación. Si el libreto me envía a tomar el té sólo elijo a la Liebre de marzo, es el papel que más me ha acomodado en los últimos años. Podría ser el Sombrerero, pero ser el hilo conductor no es lo mío. Siempre he creído que mi ego se quedó atorado en las raíces del árbol.

Me he aplicado para sonreir en el viento. Pero creo que todavía me faltan años de estadía en este lugar para alcanzar la sabiduría que se requiere. Sueño con ser el Gato de Cheshire. Aunque sé que mi nulo amor por los gatos me impedirá, de lograrlo, quedarme por siempre con el papel.

He rechazado las líneas de ciertos personajes, ya fuera por parecerme insignificantes o tan familiares que no constituyan ningún reto. Por ello no me acerco al castillo. Como con fruición para no entrar en un mazo. Y en mi solicitud señalo un falso daltonismo para no pintar arbustos.

He envidiado a los que han obtenido el papel de Pepito. Si bien es un personaje poco recordado, daría lo que fuera para surcar la bóveda celeste lo que dura un párrafo. Pero los que se ocupan de la casa en el bosque jamás me han llamado. A ratos creo que es un acuerdo retorcido con los que habitan la ribera, pues soy amada por comer langostas cuando termino de ser falsa y de ser tortuga.

Todo lo anterior no tiene importancia puesto que desde hace unas semanas estoy atrapada dentro de la piel de un lirón. No niego que me era vital recuperar las horas de sueño perdidas, pero dejar inconclusa mi historia me agobia. No saber qué ocurrió con las hermanas ahogadas en su pozo de melazas me entristece. Y quedar atrapada dentro de una tetera me parece una grosería. Los sueños de un lirón, amante del café, dentro de una tetera se transforman en pesadillas.

Tal vez decida acercarme al castillo. Un juicio acaso llevará a buen término esta situación. Me siento optimista ya que yo no me robé las tartas. Mientras tanto debo resignarme a oír el griterío entre sueños.

viernes, 11 de junio de 2010

Fútbol


No se llamen a engaño, ni Roderico ni yo somos pamboleros. Pero pruebo el entusiasmo de otros. Confieso que jamás bajaría de La Colina para asistir al Ángel a lanzar vítores por la selección. Nunca me pondría una camisa verde. Pero no tengo empacho en prender el televisor si los gritos de mi vecino son el indicador de que el partido "está bueno". O si se trata de ver el juego "bárbaro" de los alemanes o el "cuasi rugby"de los ingleses, todavía mejor.

Todo el mundo debe detener su viaje cotidiano de vez en cuando. Ciertos eventos brindan la catarsis. Toca a cada quien elegir la mejor opción.

No pierdo de vista los claroscuros. Como en todos los ámbitos, el fútbol tiene su lado turbio: el fanatismo, la corrupción, la demagogia y la manipulación económica. A pesar de ello, algunos tratan de disfrutar sólo el lado luminoso: el mundo lúdico.

Vea o no vea el partido de hoy, yo seré la misma mortal de ayer. Aficionados de diversos oficios y distintas edades pronto encenderán su televisor. Los que no compartan el gusto por este juego sigan su camino cotidiano, no se detengan a minimizar a sus seguidores ni a escupir su arrogancia en esta parada. Ustedes son los otros, tan mortales como los aficionados pero con otro destino: el otro cabo de la cuerda que cierra el círculo.

Nota: cuando la digo en voz alta suena a fútbol y no a futbol. Además la palabra parece una portería y la tilde un balón minúsculo en tiro a gol. Y sí, la RAE me da permiso.

viernes, 4 de junio de 2010

A "los angelitos"


1. Desde el siglo XVIII, a la muerte de un niño, las familias pudientes solían encargar una pintura del "angelito". El retrato de la dormición (el sueño de la muerte) representaba el triunfo sobre la muerte. Con la llegada de la fotografía, los menos favorecidos se unieron al ritual de la muerte niña. Las pinturas y fotografías que se conservan no son arte mórbido sino la esperanza del rencuentro en otra vida; el triunfo sobre la muerte del que nunca olvida.

2. El 21 de octubre de 1966 un deslave de carbón sepultó la escuela de Aberfan. No fue un desastre natural sino el acto provocado por la negligencia del gobierno. Existen reportes previos a la desgracia, sobre el riesgo que constituían los desperdicios de la mina de carbón. 116 niños murieron bajo la marejada negra. Lo que ocurrió después incluye escándalos, fraudes e injusticias. Pero el tiempo y la memoria no han podido borrar el nombre de Aberfan. Lenta, la justicia equilibra su balanza.

3. El 5 de junio de 2009 un corto circuito provocó un incendio en la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora. 49 niños murieron. La magnitud del desastre fue provocada por la negligencia de las autoridades ante las medidas de seguridad. A casi un año persiste el escándalo, el fraude y la injusticia. Pero el tiempo continua su marcha y nos queda preservar en la memoria colectiva a los "angelitos" de la Guardería ABC.

4. Angel te vas para el cielo
con tu azucena en la mano,
pide a María Santísima
perdón para tus hermanos.

5. La muerte de un niño nos muestra descarnadamente nuestra impotencia ante la muerte. Pero la muerte de un niño que pudo ser evitada nos muestra la vergüenza máxima. Nos queda pintar los retratos con actos y palabras en espera de que la justicia, lenta, equilibre su balanza. Y desear que los deudos logren despertar de la pesadilla. Desearlo, y no olvidar.