miércoles, 24 de marzo de 2010

Solar


1. Temo el calor extremo, huyo de los rayos solares y respeto el crepitar del fuego. La muerte por fuego me horroriza. Creo que me bastan mis combustiones internas. Sin embargo, amo dedicar horas al fogón, tal vez porque mi gula es en realidad la armadura ante tanto pavor, o el triste antifaz de mi autodestrucción.

2. Tuve que caminar por las calles de La Colina bajo el rayo del sol. Había olvidado mis lentes y el hacer vicera con la palma de mi mano no bastó. La luz amarilla lo inundaba todo. Sentí calor y por un instante tuve el impulso de refugiarme bajo un árbol, en posición fetal, hasta que el sol muriera tras el horizonte de edificios. Tan solar y amarillo es el desconsuelo.

3. Tuve que caminar bajo los rayos del sol, en parte porque debía cumplir mis deberes y en parte porque temo que mi corazón estalle ante la ausencia de movimiento. Tan solar y amarillo es el desconsuelo que me detuve frente a un puesto de fruta: un kilo de esto, un kilo de lo otro y otros kilos de aquello.

4. Al regresar a casa coloqué acalorada mis compras de a kilo. Toda la fruta era amarilla. Pensé que el sol me había poseído. Ahí estaban sus rayos olorosos a piña, mango, guayaba, plátano y manzana. Todo mi desconsuelo yacía en ese frutero resplandeciente.

domingo, 21 de marzo de 2010

Azul I


Aún me sueño en el mar, sigo su movimiento con los brazos, rozo la arena con la punta de un pie; y dejo que escape la mirada hacia el horizonte azul que no desea contener o detener nada.
Desde hace días, al caer el sol, escucho el canto de un pájaro. Más que un canto es un aviso, como si descubriera algo, como si anhelara algo. Desde hace días confundo esa voz con la de las aves marítimas. Y acaso la luz de la tarde, que se diluye en la ensoñación, me hace ver el horizonte azul tras la ventana.
He robado varillas y cemento a los miles de muros de esta ciudad. Me he resignado a estrellar la mirada en los aparadores, en las torres que no buscan dioses y en las retinas grises de los que aquí habitan.
Me basta el canto de un pájaro, la luz gitana de la tarde y la promesa del infinito azul que regresa tras la ventana.

lunes, 8 de marzo de 2010

El falso Pepe grillo


1. Hace unos días intentaba terminar con el caos que la renovación de este cuarto había dejado. Se hizo tarde. Por la ventana entreabierta no sólo entró la noche, tras un extraño "poc" descubrí un grillo inmenso y verdísimo. Lo nombro grillo porque eso parecía, aunque su cuerpo semejaba un hoja de árbol. No me interesa saber qué era y todavía menos conocer su nombre verdadero. Evito pronunciar nombres de insectos pues creo en el poder de la palabra, en su posibilidad de invocación.

2. El falso grillo materializó mi horror. Ahí estaba, inmenso y verde, entre la ventana y la persiana. Mi fobia a los insectos es como una marea, siempre en movimiento, con sus matices diversos y su promesa de regreso.

3. Percibir el horror que sienten otros hace que el mío se convierta en horror niño. Tal vez sólo sea mi necesidad de ser la madre de todos. Pero percibir la ausencia de horror en otros hace que el mío se convierta en el padre del horror mismo. Sin más, huyo. Pero cuando el horror entra por la ventana, como lo hace la noche y como lo hizo el falso grillo, y estoy sola el horror se convierte en algo insoportablemente íntimo. Se enfrenta sin la valentía de la madre protectora, y no se huye.

4. Intenté sacar al animal. Al principio sólo logré que se moviera al riel de la ventana y ahí, inmenso y verde, se quedó panza arriba, haciéndose el muerto. Pero no me engañó, el verdor de la muerte no es iridiscente. Pensé en cerrar con violencia la ventana o en traer el insecticida. Pero matar al falso grillo estallándole las tripas o provocándole una convulsión fulminante me pareció la expresión última de mi crueldad.

5. Debí de hacer lo que hizo Pinocho en la obra original: darle un zapatazo. Pero yo no soy un niño de madera ni un personaje de cuento. Al final logré que el animal saltara hacia afuera. Ahora cierro la ventana antes de que la noche intente entrar por ella.

6. Era un falso grillo, como la falsa tortuga, el falso pescado y el falso flautista. Deseo que su papel de "conciencia" sea igualmente falso, porque si no puedo sentir crueldad por mi horror estoy perdida, tan sólo carne y hueso.