martes, 31 de marzo de 2009

Intuición


Y uno intuye que debe cerrar todos los archivos, cerrar el programa y apagar la PC cuando al buscar qué diablos es un carat se queda contemplando el brillo de las piedras; y lee sobre el color incoloro que suele ir al amarillo; y ríe ante los verdes, los rosas y los azules a los que llaman fancy diamonds. Y aún más: se pierde en el número ocho, en las ocho flechas y los ocho corazones que los talladores han aplicado para sacar al demonio que vive en estas piedritas. Y uno intuye que algo no está bien si siempre ha odiado el cliché de los diamantes; aunque descubre que el corte Princesa es el más bonito.


Y uno intuye que debe cerrar todos los archivos, cerrar el programa y apagar la PC cuando al buscar qué diablos es un carat ha llegado hasta la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Y contempla la imagen con una casi alegría mística, aunque uno es impío y anticlerical. Y recuerda las imágenes de corazones sangrantes que la acompañan y guardan desde la infancia, sólo para desear volver a la sombra de una higuera extinta y jugar a que nadie a muerto. Y la palabra carat ya no tiene sentido ni el texto que requería esa información, porque a uno le gusta el corte Princesa y hasta podría elevar loas a la imagen del corazón.

domingo, 29 de marzo de 2009

La fiesta


Hago lo que puedo, trato de irme a dormir antes del amanecer. Pero a las dos horas, sin más, me despierto. Y hoy me desperté con doble vacío: vacío de tripa y vacío de esternón. Ahí estaba en el sueño, entre rostros conocidos y desconocidos, entre nombres con rostro y nombres cuyo rostro no he visto. Había todo lo que ha de tener una fiesta: mesa, vasos, música y comida, mucha comida; tanta que estaba apilada en un cuarto. Dentro de cajas estivadas con peligro esperaban pasteles de muchos sabores, lasagnas y ravioles, y gran variedad de antojitos. Tuve que mover una pila porque el pastel de chocolate (tres capas y chantilly inmaculada) se había quedado hasta atrás.

Me dirigí a la mesa, abrí la caja y serví tres rebanadas. Resultó que era una fiesta de bienvenida pues Óscar y Marcela habían venido a México. Abracé a Óscar y el muy jijo me dijo que yo estaba más gordita. Tomé el rostro de Marcela por las mejillas y le dije que era igualita a sus fotos. Ella no me dijo gorda, sólo sonrió, mostrando unos dientes parejos y tan blancos como el papel fotográfico. Y nos reímos, y devoramos nuestro pastel.

Me despertó el hambre. Tuve el impulso de ir a la cocina a servirme un trozo del pastel de tres capas y chantilly inmaculada. Pero todo había sido un sueño. Aquí no hay pastel. Y Óscar y Marcela nunca han venido a México. Me ha dado tristeza, mis días tienen más el dulzor del aspartame que el del azúcar santísima; un dulzor nauseabundo al principio y un amargor al final que se queda todo el día.

viernes, 27 de marzo de 2009

Hijos míos, a partir de hoy seremos pendejos

No hay modo, aunque trate de esconderme y de hacerme pendeja el exterior insiste en su exhibición. Por allá, en otros lares, me topé con la cita de nuestro secretario del Trabajo:

Para el secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, la pérdida de 370 mil empleos al cierre de 2008 y principios de este año obedece a un ciclo normal de la economía, pues los meses de diciembre concluyen contratos de trabajadores eventuales. También recomendó a los padres de familia alentar a los hijos a estudiar “no lo que les guste”, sino lo que demanda el mercado laboral, para no ser “corresponsables de historias de fracaso y frustración”.

Y antes de asustarme quiero creer que esto es una errata, que tal vez los periodistas targiversaron las palabras del H. señor, pues en la nota periodística (La Jornada) no leo a los periodistas escandalizarse de tal afirmación. Pero temo que los periodistas no ejercen su labor crítica o no tomaron su café mañanero.
Y antes de asustarme quiero creer que el Secretario encargo su discurso a su equipo de trabajo por lo que estas pendejadas son responsabilidad de los redactores y no del señorcito en cuestión; y los redactores cometieron un humano error. Pero temo que el señorcito fue el que contrato a tan talentoso personal y que su equipo sólo es el reflejo de lo que tiene en el seso.
Y antes de asustarme quiero creer que estoy dormida, que esto es un mal sueño y que en bananalandia los políticos no son pendejos, ni llegan a sus cargos porque sus amigos andan en la cúpula del poder. No, reciben sus cargos porque son los más aptos...
Y no, estoy bien pinche despierta y en unas horas les diré a mis hijos: Hijos míos, a partir de hoy seremos pendejos, no vamos a estudiar nada, no vamos a pensar nada, no haremos nada porque en bananalandia no habrá demanda laboral pues el crecimiento económico será negativo y para llegar a la cúpula del poder basta ser pendejo. Entonces vivan tranquilos, hijos míos, seamos felices, a partir de hoy seremos pendejos.

PD: Estimado Javier Lozano Alarcón, la historia de fracaso y frustración la escribe gente como usted ¡Viva el tercermundismo!

martes, 24 de marzo de 2009

El diario de la tibia (diario íntimo de Roderico)



Querido e inmaculado diario:

La semana inicia sin novedad. Aprovecho estos minutos para escribir estas líneas, justo cuando he terminado de limpiar la cocina y me he robado (tomado) una bolsa de dulces. Aquí me tienes, hasta altas horas de la noche, en espera de que mi ama se duerma. Me dice que tiene mucho trabajo, pero yo no lo sé de cierto: es patética, dice que hace todo y no hace nada, lleva horas viendo el monitor y fumándose sus nauseabundos mentolados sin tocar el teclado.

De repente reacciona y se dedica a imprimir documentos, creo que para sentir que hace algo y es muy útil. Cuando se distrae yo los leo. Son nimios, tan mentolados y patéticos como su personalidad. Pero no los rompo, sólo dejo huellas de caramelo sobre la superficie del papel malgastado.

Ella no se da cuenta, y regresa a su estado primero: observa el monitor y se ahoga en su humo mentolado con cara de que quiere hacer todo pero de que logra siempre la nada.

No sé si consolarla o darle una patada en el culo. En fin, me voy a limpiar el cenicero.

Tuyo, y egregio, Roderico.

lunes, 23 de marzo de 2009

All things pass into the night

You told me, i see you rise
but it always falls
i see you come, i see you go
You say: " All things pass into the night"
And i say "oh no sir, i must say you're wrong,
i must disagree oh no sir, i must say you're wrong
Won't you listen to me?"

You told me "I've seen it all before
been there, i've seen my hopes and dreams
all liying on the ground"
i've seen the sky, just begin to fall
and you say "All things pass into the night"
and i say " Oh no sir, i must say you're wrong,
i must disagree oh no sir, i must say you're wrong
Wont' you listen to me?"
Goodbye horses, i'm lying over you
Good bye horses i'm lying over you

domingo, 22 de marzo de 2009

Putrefacción selectiva

Por cuestiones laborales, tuve que releer Sinuhé, el egipcio de Waltari. Fue una lectura veloz que me ha dejado una sensación de vacío. No reviví el asombro que me causó hace años, muchos ya. Toda lectura tiene su espacio y su tiempo, pero se antoja poder conservar aquella baja pasión que me provocaba traer el libro para arriba y para abajo ante la imposibilidad de interrumpir su lectura. Sí, se antoja entrar a la Casa de la Muerte con todo aquello que no queremos olvidar, entonces macerarlo en brebajes conservadores, arrancarle los órganos para dormirlos en urnas y cobijarlo con lienzos de lino. Y no guardar nada en templos majestuosos sino llevar todo a casa, colocarlo en la mesita de noche, en el sillón de la sala y en algún anaquel del refrigerador. Y se antoja sólo conservar lo que resulta caro, porque lo otro debe ser alimento de gusanos; lo otro debe ser el corro de la Danza Macabra que a ratos nos atormenta pero que al final sucumbirá pues el olvido no es otra cosa que una putrefacción inevitable.

viernes, 20 de marzo de 2009

De chocolate y lechugas

He creado un personaje que es algo antojadizo. A veces camina por las calles de la ciudad, otras veces divaga sobre cotidianidades; y las más estudia y escribe sobre comida. No sé si el personaje ha cobrado vida y voz propia; lo que sí sé es que me acarrea problemas con este asunto de cuidar la dieta.
Cada vez que escribo con él me da antojo, entonces corro a la cocina y tomo agua o un puñado de pasitas.

Pero hoy el personaje andaba muy inspirado, o yo muy compulsiva: del antojo pasa al hambre inmensa. He ido al refrigerador para preparar un crocante plato de lechuga. Pero, por favor, quién chingaos va a elegir el recipiente de la lechuga, lavadita y desinfectada, si a lado suspira la última rebanada de pastel de chocolate. Y no sé, a lo mejor tengo suerte y tanta azúcar me da sueño; y dejo que mi personaje termine sólo su crónica mientras yo me duermo a buena hora. Mientras me dedicaré a sacudir las migas que han caído sobre el teclado.

NOTA: agradecemos, mi personaje y yo, a la pastelería Los Tulipanes por elaborar pasteles perfectos mientras yo no tengo tiempo de hacerlos.

domingo, 15 de marzo de 2009

Heaven On Their Minds

Tal vez sea esta la escena que más me ha impresionado, el rostro más ináudito que he visto y la voz más significativa que me ha acompañado desde la infancia. Vi esta película por primera vez cuando era niña, iba de la mano de mis dos hermanas mayores. Recuerdo que en el cine nos detuvieron, creo que era demasiado pequeña para entrar. Pero entré.
En casa tuvimos el soundtrack, eran discos de vinil: uno negro y otro verde, transparente, hermosísimo, toda una novedad. No sé cuántas veces escuche los malditos discos.
Después de toda una vida nunca he dejado de tararear esta canción en silencio, ella regresa de modo recurrente.
Hace poco vi la película, de nuevo. Mañana la veré otra vez. Nunca he entendido por qué no he tratado de comprar aquellos discos (ahora en CD), por qué no he guardado el video en mi compu, por qué no tengo el DVD; o por qué nunca hablo de ello.
Y creo que ahora ha dejado de ser un secreto porque en este momento entiendo lo que intuí de niña: esa sensación de ver el rostro del sin sentido en un paraje desierto. Necesito esos discos.

martes, 10 de marzo de 2009

amiguito de insomnio


Es definitivo, tengo un amiguito de insomnio. En algún lugar de la colina hay otro imbécil despierto. Hace unas horas escuché martillazos y ahora me llegan melodías diversas y una voz, casi tan desentonada como la propia, que las acompaña. Y tal vez el insomnio es obra de un virus, pero como no muta se me antoja más que la fuente sea una bacteria. Y sí, hay otro infectado por ahí. Imagino que terminó de colgar unos cuadros. O, el muy místico, armó un ejército de crucifijos. Mi amiguito me está animando a subir el volumen de mi compu, así se daría cuenta que alguien más está despierto. Ya lo veo, pelando los ojos, muy asombrado; o aterrado al saberse descubierto.
Sí, amiguito, yo soy testigo de tus tropelías. Me pregunto si sientes algo de compasión por los durmientes. Yo sí, aunque sea poquita: cabrones durmientes, abran los ojos para que los devore la bacteria nocturna. Todos infectados estaríamos más contestos. Pero no, la sola idea me aterra.
Y sigue con su desmadre. La verdad este amiguito de insomnio no me cuadra, ya desmadró el silencio. Y si hubiese una multitud de amiguitos del insomio al fin lograría dormir de noche sin mayor esfuerzo. Y despertaría cuando tuviera la certeza de que ellos, y todos, duermen como muertitos de camposanto.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Sopitas

Y no sé, pensé en buscarme una terapia; pero el dinero lo voy a necesitar para los dientes y el solo imaginar que tendría un horario me dió más ansiedad. Y se me ocurrió que era mejor dedicarme a la calidez humana, a ver el mundo con ojitos amorosos. Que debería observar a la gente desde otro punto de vista, porque luego mis clasificaciones eran rígidas e implacables. Me sonaba sensato clasificar a la gente por sopas, eso tendría que ayudar y quién quitaba y escribía un recetario. Para tener un punto de partida, o el cero del sopámetro, supuse que lo que procedía era encontrar primero el tipo de sopa que soy:




Y sí, se me antojaba ser pozole, con mucho sabor, saturada de colores, especias y proteínas. Ser el señor de las texturas, de los aromas inauditos, un ser de fiesta y agazajo.




Y no, en definitiva no podría ser una sopa de pollo ni una minestrone. Nada que tuviera que ver con "saludable" y "para curar la gripita". Todos saben que fumo con perdida, que tomo café en exceso y que duermo a intermitentes. Caray, aunque me aplicara ni a chamán llegaría.


Claro que me moría de ganas de ser una sopa retro, con ingredientes naturales y caldo auténtico. Sin conservadores ni saborizantes artificiales. Una sopa como la de la abuela, hecha a la antigüita. Pero a quién engaño, si lo "bueno para la salud" no se me da menos el humeante menjurje tipo New Age.


Y aquí me agüité. A lo mejor soy una sopa instanténea: práctica e intensa; pero que después de cinco días causa hartazgo e indigestión. Pero me queda algo de esperanza así que dudé que mi cotidianeidad estuviera llena de verduras deshidratadas. Todavía no.






Alguna vez fui "Sopa del día", mutante. Me pasaban tantas cosas en un solo día que bien pude ser cualquier sopa. Pero hoy todo está en pausa, vivo en una marmita silente.



Y no, tan pinche diva no soy, nunca me he sentido sopa de diseñador ni creación única. Y aunque lo del encierro tiene mucho de cierto, no hace falta abrelatas para verterme en la realidad.





Y ni modo, esto resultó el espejo exacto. Para ser el cero hay que ser sopa en potencia. Ahí está el encierro y la envoltura. Ahí el nombre y la receta. Nada más se necesita un cazo de agua hirviendo, dar un saltito y ser lo que sólo en sueños se ha sido. Nada de pozoles, cremas tersas o sabores exóticos. Soy un vil cubo. Bah. Es hora de saltar al agua burbujeante.