jueves, 27 de agosto de 2009

Vegetando


Hay días en los que sólo vegeto, en los que olvido cómo jugar a que creo y deseo. Me quedo quieta, y dejo que los días se despeñen y se hundan en su negrura.

Saboreo la tierra que he guardado entre los dientes y dejo que corran las lágrimas que he robado a la lluvia. Vegeto y escucho mi corazón que imagino como un betabel maltrecho. Me resigno ante la imposibilidad de todo y de todos.

Cierro los ojos para no ver más las miradas insípidas de los que reptan por las calles. Cierro el laberinto para no escuchar palabras de ceniza, y cierro las fosas para olvidar la putrefacción que todo lo acaricia.

Y hay días así, en los que ya no elevo la mirada, y busco nicho bajo la tierra, donde los gusanos ciegos erigen catedrales a los dioses que se han ido.

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