domingo, 9 de agosto de 2009

Evanescente


Y aquí sólo se trata de evanescer con los días, de asir los vestigios de las voces que en susurros dicen ser nuestras cuando lo cierto es que buscan al amo en el primer transéunte que les promete un nicho donde ser veneradas.

Aquí todo evanesce: la voz de los niños, la pupila del asombro y el corazón azulado de los amantes que han dejado de ser nuestros; aunque lo cierto es que lo que ha sido forma una estela de aromas extintos.

Queda elegir ciertos lienzos de la memoria para colocarlos sobre el muro que nadie ha construído, y entonces esperar que el curador arranque las tachuelas invisibles para que el que observa sólo se contemple a sí mismo.

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