miércoles, 12 de agosto de 2009

Cítrico


Cuando el resfrío asoma apuramos el vaso de jugo de naranja o nos resignamos a gesticular mordiendo una rodaja de cualquier cítrico. Y nadie rechaza la versión práctica de la vitamina C efervescente. Mientras la acidez inunda nuestro paladar y recorre la garganta irritada sentimos que sanamos.

Y no sé, creo que este resfrío sólo es un reflejo de otros resfríos. Tengo frío en los huesos, en el espíritu, en la sesera y en el corazón.

Por esto, he decidido cavar una gran fosa allá afuera, en el jardín comunitario; luego recorreré los mercados y autoservicios de la ciudad para vaciar mis cuentas comprando todos los cítricos de la ciudad.

Así es, haré una gran alberca de jugo, para arrojarme y arrojar a todos. Y que sanen los que tengan que sanar, y que se desintegren los que estén de más.

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