miércoles, 27 de enero de 2010

Legión en el baño o El Falso Flautista (2 de 2)


IV

Mi aislamiento sólo dura unos días. No salgo gracias a los consejos de Roderico sino porque existen ciertos deberes que debo cumplir. Algunos creerán que me hace bien regresar al mundo. El primer día sonrío a la gente y platico con cualquier transéunte. En el fondo sé que esa euforia es el equivalente a la risa nerviosa. Trato de convencerme que se está bien allá afuera, que es de cuerdos recorrer las calles y contemplar el exterior. Y todavía más el hacer algo productivo. Y me repito: ya estás bien, todo está bien, esto está bien.

V

No sé si algún docto ha escrito sobre el Síndrome de Hansel y Gretel, y desde qué ángulo lo ha abordado. No importa saberlo cuando uno se sabe víctima del mal. Por temporadas temo no regresar a determinado estado anímico; entonces me dedico a arrojar migajas en el camino que velen la posibilidad del retorno. Eso son los muñecos de jengibre que aún están sentados en la sala, migajas. No porque la Navidad sea mi ideal de estado anímico sino porque esos muñecos de felpa me hacen sonreír cada vez que regreso a casa.

VI

Así como en el cuento de Hansel y Gretel existen los pájaros glotones y agoreros, en esta casa existe El Falso Flautista. No debería de sorprenderme puesto que existe la Falsa Tortuga y el Falso Profeta. Y en mi pecera vivió el Falso Pescado y su descomposición. Tampoco debería sorprenderme mi fiel mayordomo. Lo sorprendí cuando bajaba las escaleras, disfrazado de flautista, tratando de sacar a los muñecos de la casa. Con gran descaro, y aprovechando mi ausencia, los había amarrado del pezcuezo con un mecate para arrastralos sin misericordia alguna y así recrear el éxodo de cierto cuento.

VII

He limpiado con un trapo húmedo a los muñecos aunque todavía me falta la aguja y el hilo para reparar los raspones en sus cuellos. Les digo a los muñecos que ya están bien, todo está bien, esto está bien, mientras pienso que salir al mundo sí es un desatino. Alguien debe quedarse en casa para salvar a los muñecos del infortunio. He guardado el mecate en mi bolso, tarde que temprano Roderico, el Falso Flautista, regresará a casa. No puede quedarse para siempre en las ramas del abedul, columpiándose y saludándome con su mano descarnada.

1 comentario:

Paloma Zubieta López dijo...

Pero ¡qué cínico ha resultado Roderico! ¿Será por eso que me encanta? Soñaba yo hace bien poco con flautistas, quizá una premonición de la marcha de los muñecos, más no tuve oidos para aquella música, le pido una disculpa. No creo que Legión ande suelta por su casa, pero por si las dudas, hágale una limpia al baño recién re-inaugurado. Tampoco tenga miedo de exóticos monstruos, los peores están nomás en su cabeza. Un abrazo gigante y se me hace que en breve, llevaré el aire ligero de los cosmos hasta su rincón, para que olvide al menos. Muchos besos con cariño y apapachos (ya deje entrar a Roderico).