jueves, 11 de junio de 2009

del voto y papeles varios


Por azares del destino, hoy fui a dar una clase a una biblioteca pública. Se trata de una edificación grandísima y hermosa. Personas de todos los colores entra y sale. Y sí, todavía existe gente que dedica su tiempo libre a buscar libros o a asistir a círculos de lectura.

Por azares de otra índole, entré a los sanitarios de dicha biblioteca: dos espacios con lavamanos y uno oblongo a modo de galerón de letrinas. La higiene es precaria y muchos de los cubículos están fuera de servicio. En ninguno de ellos hay papel higiénico, ni siquiera un mísero cuadrito.

Hay agua corriente tanto en los excusados como en los lavamanos. Pero las manos se deben secar al aire, agitándolas. Y si uno trae libros, debe secarlas aleteando (para mayor velocidad).

Enfin, es peor traer la inmundicia propia contenida. Pero al terminar la clase, de regreso a casa y con un ansia añeja de papel, me dediqué a otear las avenidas: en ellas flotan, papalotean y colorean cientos de pancartas, espectaculares y demás artículos promocionales con los rostros y logotipos de los partidos políticos mexicanos que piden nuestro voto en las próximas elecciones.

He querido conocer el costo de toda esta estúpida publicidad para hacer el cálculo exacto de cuántos papeles higiénicos se podrían comprar para abastecer la biblioteca visitada. Estoy segura de que nos alcanzaría hasta para un secador de manos. Y como los ilustrados somos compartidos, donaríamos lo que sobrara a escuelas, hospitales, asilos y demás estancias gubernamentales.

Lo sé, mi reclamo tiene tintes de patética burguesita. Pero la gente que busca ampliar su horizonte, buscar nuevos canales de comunicación y deja las urgencias de lo cotiano para conocer la palabra escrita merece, mínimamente, un pinche papel higiénico en los sanitarios. Mujeres, niños, hombres y ancianos agradecerían los cuadritos afelpados.

Cuando las elecciones terminen cada partido político debería tomar sus kilos de plástico y cortarlos en cuadritos para abastecer las salitas de baño de sus candidatos; y a cambio darnos los rollos del preciado papel para usarlo en lugares más ilustres.

Lo sé, soy una burguesita patética. Sin embargo, a ratos creo en la gente y en su impulso por saber. Por que en ello nos va la transformación.

No se engañen, mi papel higiénico sólo es una alegoría de todas las carencias, de todos los vacíos y de todos los absurdos que ocurren en esta república bananera. Pero mi deseo de que nuestros futuros diputados se limpien el culo con sus afiches, no es metáfora, es una cita textual.

Y en fin: el voto nulo, el voto útil o la abstención, dan lo mismo, al final todo se va por el retrete (menos los ganadores de la rifa, mierd...).

2 comentarios:

pardero dijo...

tenéis toda la razón... lástima de papelito ausente, lástima de votos nulos

Erika Mergruen dijo...

el absurdo, qué se le hace...