viernes, 21 de mayo de 2010

Ocho alfileres tiene el silencio


1. Llevo semanas perdida en este laberinto por nadie venerado. Dentro de él no hay minotauros, sólo los muros desportillados de mis peores obsesiones. Hace días me he resignado. Ya no busco la salida, me adentro para encontrar el centro. Afuera el mundo sigue su tránsito dentro de otro laberinto.

2. Afuera nadie teme a la muerte, nadie atesora la vida. Adentro, la vida, es un témpano diminuto extraviado en un gran desierto.

3. La Tierra Baldía emerge durante el día. Me susurro que toda ella es producto de mi imaginación. La zozobra que late en mi esternón suelta una risilla.

4. He perdido mi tiempo en recrear laberintos cuando el único "real" es el del cuerpo, con sus torrentes, sus válvulas y sus fluídos. Todo este malestar es químico. El horror siempre ha estado presente, pero ahora me dilata las pupilas.

5. Quién desearía la desgracia de otros, quién la muerte de aquellos, quién la aniquilación del próximo. Ustedes, nimias escorias.

6. De mi fardel elijo los ovillos: una canción, un juego, un platillo. Tejo asideros dentro del laberinto con los hilos de mi cotidianeidad.

7. Y allá, en la cima, la locura enciende el hogar. Me espera, sin prisa. Abajo, en la planicie, recolecto guijarros azules para construir altares a dioses extintos.

8. Sólo es un desajuste químico. Mi cuerpo se ha cobrado las ausencias. Dentro de unos días el silencio encontrará la salida doblando a la izquierda del laberinto. Lo sé. Pero los guijarros azules decoran el altar del minotauro muerto.

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