domingo, 3 de mayo de 2009

Tú te puedes sentir mal, pero no te puedes enfermar


Y así, sin más, imaginé estar enferma. Y no necesariamente de influenza, me aventuré más allá: cáncer, sida... No, no podría ir a un hospital privado pues no soy heredera ni tengo seguro médico. Aquí no hay billetes como en muchas casas de mexicanos. Mi enfermedad ficticia sería como echarse un volado con la muerte: cara o cruz... No, no existe un seguro social con las dimensiones para cubrir la salud de todos.

Tengo la certeza de que el H1N1 es real, de que no es un complot. Y todo aquel que crea esto está pendejo, le duela a quien le duela. Siempre me han aterrado los pendejos con iniciativa. Hoy me aterran aún más. Parece que nadie observa la ciudad o el país entero.
La gente muere a diario, es inevitable, a eso venimos todos. Pero muchos mueren por falta de atención médica, ya sea por ignorancia o porque no tienen acceso a ella. Y sí, la historia de la humanidad dicta que los pobres mueren primero, o eso nos gusta creer. Pero en México ¿cuánto se necesita para ser "pobre" en lo que se refiere a atención médica? En México ¿cuántos millones somos pobres en lo que se refiere a atención médica?
Y no sé, se antoja empezar a responder estas preguntas y dejarse de lloriqueos burgueses. En los días por venir seguramente todos regresaremos a nuestras actividades laborales, a nuestros ires y venires en la gran ciudad. Iremos a comer al restaurant, veremos una película de estreno y cobraremos el cheque que nos da la "felicidad". Y todo quedará atrás: mi encabronamiento, la pendejez y las preguntas sin respuestas.
Y aquí un artículo que me refresca, lejos de complots, lloriqueos pendejos o manipulaciones políticas: a leer.

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