martes, 28 de abril de 2009

De la fragilidad


Y así de pronto, en nuestras travesías cotideanas, nos topamos con la fragilidad. Hoy he visto un cuerpo que me ha recordado otros ya desaparecidos: volátiles por el crematorio o tierra de gusanos. Era un cuerpo pequeño, con la delgadez de un enfermo terminal. Y así, sin piedad estúpida, he deseado sanarlo y devolverle la luminosidad.
Y ocurre que justo cuando reencontramos nuestra humanidad algo o alguien la destruye. He visto a dos seres con sus inútiles cubrebocas, y su actitud de casta superior obligar al cuerpo frágil a quitarse del camino. Yo me limité a tocar la espalda aquella que parecía de cristal, en lugar de arrancar los escudos de aquellos rostros para escupirles y desearles el exterminio. No hay modo de amarlos, los odio a todos... mueran malditos.

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