sábado, 10 de octubre de 2009

Carne en su jugo


Cuando niña, no entendía por qué a la Mafalda de Quino no le gustaba la sopa. Nada es comparable a un plato hondo, humeante, de un caldo o una sopa. La sopa logra atrapar la esencia última de una familia, de un grupo social, o de una ciudad toda. Años más tarde comprendí que el cinismo de la niña caricatura era lo que le impedía amar un buen plato de sopa.

Tal vez sólo los verdaderos amorosos logran descubrir universos en algo tan antiguo y tan "simple" como "un plato de sopa". O tal vez sólo los golosos pueden osar comparar una ciudad a tal o cual platillo.

La ciudad de la colina es un plato de menudo, de olor penetrante, querida por muchos, odiada por muchos más. Su aroma es inconfundible, es densa, sabrosa, y encierra las transformaciones y la descomposición en una sola cucharada.

Existen otras ciudades, más accesibles, más cálidas pero igualmente sabrosas. Contrario al cliché, la ciudad de Guadalajara no es mi favorito pozole blanco ni la encarnada birria. Es la carne en su jugo, que nunca había probado, y la que trataré de recrear esta semana.

No sé si regresaré a todos aquellos lugares que he conocido en el transcurso de los años. Como tampoco sé porque tengo fobia de salir de esta ciudad, y de este cuarto en especial. Pero lo que recordaba de la capital de jalisco está intacto. Su esencia no se ha diluído, ninguna mano invisible ha añadido agua al caldo. Es sustanciosa, benigna, buena para el estómago y el corazón. Y en fin, se queda en el menú de lo que me es preciado. Buen provecho.

4 comentarios:

Polzic dijo...

Muy buen blog! Te invito a visitar el mío!

www.legosargentina.blogspot.com

Muchas gracias!

Rax dijo...

¿Verdá que uno se enamora de la carne en su jugo? Si la prepara, ¿me invita?
Qué bueno que se animó a salir.
Un abrazo

Georgells dijo...

¡Yo también quiero carne en su jugo!!!!!!!

Ñam, ñam...

G.

Libia dijo...

Si hay que hacer fila para entrar en la lista de comensales, yo me formo.
:D