jueves, 15 de octubre de 2009

El diario de la tibia (diario íntimo de Roderico)


Querido diario:

Han bastado días y días de lluvia para que los huesos de la cripta exhiban su patetismo. Como era de suponerse las filtraciones hicieron lo suyo, la humedad habitual de estos túneles se incrementó. Y sin más, la mayoría de los esqueletos del lugar fue invadida por una capa de musgo espeso. Y ahora los tristes difuntos han armado una gran algarabía, creen que les ha brotado la "carne de la resurrección". Algunos ya han orquestado una cofradía: "El clan glorioso del hueso resurrecto". Y claro está, mi paciencia tiene un límite.

Bajé hasta las criptas con una generosa dotación de cubetas, agua, cloro y lijas. Alguien debía blanquear a estos huesos necios y sacarlos de su estúpido error. Pero mi ama, siempre pueril, me lo prohibió. Regurgita frases, que si la esperanza muere al último, que si la fe, que si el sereno. Pero sus argumentos de cartón no me conmueven, que no son otra cosa que su terror a la mortalidad.

En lugar de entablar una discusión bizantina con ella he dedicado las últimas horas a montar un bendito sistema de aspersión en los túneles. Ya dejarán de celebrar estos muertos inútiles. Alguien ha de blanquear el entorno, y ese alguien soy yo.

Ya amanece. Es hora de abrir la llave maestra.

En espera de nuevas anécdotas,
tuyo, y egregio,
Roderico.

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