jueves, 6 de noviembre de 2008

La mil y una huevas



De niña, me gustaban las sobras de las cenas de la "gente grande". Mi mamá solía montar caviar bicolor sobre queso crema. Imagino que a la mayoría de los invitados no le gustaban las huevas de pescado pues, al día siguiente del evento, siempre sobraba dicha botanita. Hace años que no como botanitas de caviar. Estoy pensando en comprarme un frasquito en el súper, total, quitamos pesos del mandado y me doy un atracón de hueva de pescado...
Aunque, pensándolo bien, creo que no necesito más huevas, ya tengo muchas, y de todos colores. Resultaría económico utilizarlas en lugar de despilfarrar la quincena en el súper. Sólo necesito comprar unas galletitas dietéticas y a embarrar: la hueva que me da revisar mi correo, la hueva que me da salir a la calle, la que me da al contestar el teléfono, la que me da al intentar renovar OSIAZUL, la que me da al entrar a las criptas, la que me da al tratar de escribir la última cuartilla de un libro, la que me da al preparar un proyecto de lectura, la que me da al tratar de hablar de los acontecimientos de moda, la que me da... bah, mejor me compro el frasquito, mis huevas han de dar indigestión y las del frasquito sólo saben chingón.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuca cizañosa

Pídale hueva al Roderico...

A ese le sobra...ya ni siquiera se mueve jajajaja

Rax dijo...

¿no le digo? mejor vamos a sacudirnos la huevita y pongámonos a hacer algo útil... digamos, tomar café y chismorrear :P

Alejandra Mondaca / Séptimo Sentido dijo...

Juar, juar...

Mrs Mergruen, yo apoyo lo de comprar el frasquito y dejarse de cosas... Nada más que la hueva de ir al super, pero bueno, la satisfacción valdrá la pena y al menos una de tantas huevas se habrá quitado!

¿sí me expliqué?
Buen fin!