lunes, 11 de abril de 2011

Pequeñas urnas


Para Elsa

Y están los que recibieron el don de ser buscadores, esos que dedican los días a encontrar la respuesta a su pasión. Van, observan, encuentran y almacenan. Y así los buscadores son dueños de cientos de ideas y de imágenes. Mas el buscador no sólo es un coleccionista sino un aprendedor de las formas. Destila todo aquello que está disponible a sus sentidos. Al final, el buscador se embriaga de conocimiento, es un borracho de luz.

Pero todo es finito. Los buscadores también mueren. Me horroriza la idea de que toda su luz se extinga, de la imposibilidad de preservarla dentro de un lámpara quimérica. La muerte de un buscador es entonces la oscuridad silente a la que los vivos, que no los muertos, son sentenciados; el reconocer que toda esa luz ya no delatará a las sombras es devastador.

Imagino ahora a los buscadores como pequeñas urnas que transitan nuestro camino. Jamás podrán vaciar su contenido todo sobre nosotros, pues sólo serían cenizas al viento. Queda esperar que a ratos emanen algunos fuegos fatuos en sus charlas, en sus escritos, en sus lienzos,en sus partituras. Ahí, por momentos, se puede recobrar el asombro ante las evanescencias de lo sublime.

Dulces sueños a las pequeñas urnas que danzan ya con la muerte, llevándose su contenido a territorios nunca vistos. Nosotros nos quedamos llorando, ateridos en esta oscuridad que nos deja su ausencia.

2 comentarios:

Javier dijo...

Me gusta.

Anónimo dijo...

Es una de tantas formas de llamarlos, también el resto de sus nombres y sus oficios son incontables. ¡Saludos!