sábado, 16 de octubre de 2010

El terror


Uno busca justificar sus empatías. O simplemente darles respuesta. Llevo años consumiendo terror como si se tratara de una golosina. Busco en la plástica, en las letras. Los autores y los títulos se desvanecen en el torbellino, como ocurrió con aquel barco descrito en un manuscrito hallado en una botella.

La búsqueda es infinita. Cuando me fatigo me contento con sonreirle a los esqueletos que habitan esta casa. No me da pena decir que hablo con ellos. Su plática es más dulce que la de muchos habitantes de este planeta.

Leo, contemplo, sueño terror. Me resulta tan familiar y tan bondadoso como una rebana de pan. Mis amigos agusanados, mis amantes colmillo, mis no muertos que mueren una y otra vez. Están los aullidos, las puertas quejumbrosas y el ulular del viento. La humedad y la putrefacción perfuman los días.

Soy adicta al cigarro y al terror. Algunos dicen que es por genética. Otros dicen que la terapia jamás funcionó. Nada de esto es cierto. Soy adicta porque me sobra ansiedad y me ahoga la tristeza. Ira contenida, exclaman por ahí. Tal vez, la ira es sólo la imposibilidad de la resignación.

Puedo caminar en la oscuridad iluminada por los rostros de todos los entes que he conocido. En mis pesadillas no hay monstruos. El horror es en este lado del espejo.

Mi búsqueda continúa. Siempre en espera de descubrir el texto que me inquiete, la escena que me haga cerrar los ojos. Encontrar el terror que conmueva. Y camino los pasos del hombre lobo, del hombre de la laguna, de los fantasmas de azúcar, de los zombies tortuga, de los seres cósmicos. No hay nada patológico en ello. Lo dicho, el horror es en este lado del espejo.

Tengo vicios, son mi asidero; aunque en ellos late mi inmolación. El terror es más un vicio placebo para engañarme a mí misma. Lo tomo como cualquiera toma una cucharada de jarabe para la tos. Es un terror controlado, de autores e imágenes. Lo tomo para quitar la mirada del verdadero horror que escurre en las calles de todos. De otro modo este lado del espejo sería invivible.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuca aterrada:

Yo le temo al Baygón en cualquier lado del espejo :-O

Saludos :D

Hieikenai,Principe sin Nombre dijo...

tal ves sea tonto, pero es una cosa chistosa que hables del terror el dia de mi cumpleaños, siendo que tambien es mi modus vivendi...saludos

Fernando dijo...

El terror. Cuando se descubre un terror nuevo, llega a sentirse como un amor nuevo, y se queda en el pecho y en el corazón. Y luego cansa.
Completamente de acuerdo, es adictivo. ¡Me encanta!